
Cuando se habla de finanzas, un tema central es el trabajo de los bancos centrales y su rol en nuestro portafolio. En particular, todos los ojos del mundo ven a la Reserva Federal (Fed) con atención a sus decisiones y lo que pueden generar. Sin embargo, es posible que el rol de la Fed y sus decisiones sean difíciles de comprender, especialmente cuando se trata de cómo afectan nuestro bolsillo.
Por ello, en esta entrada nos proponemos explicar el rol de la Fed, sus decisiones y las consecuencias de éstas en el corto y mediano plazo.
La Reserva Federal es el banco central de EE. UU. y opera con el objetivo de cumplir dos mandatos: la estabilidad de precios y el pleno empleo. Para lograr estos objetivos, la Fed cuenta con una sola herramienta, dictar la tasa de interés.
Aunque pueda sonar muy abstracto, el funcionamiento de la tasa de interés de la Fed es muy sencillo. La institución establece la tasa a la que los bancos se prestan dinero entre sí a muy corto plazo, típicamente “overnight” (de un día para otro). No es una tasa que la Fed use directamente para prestar dinero al público, sino una referencia que determina el costo del dinero dentro del sistema financiero.
Sin embargo, aunque es una tasa interbancaria, afecta indirectamente todas las demás tasas: hipotecas, tarjetas de crédito, préstamos empresariales, etc. Cuando la Fed sube su tasa, el dinero se vuelve más caro; cuando la baja, el crédito se vuelve más accesible.
Las decisiones de un banco central son la respuesta general a pequeños cambios en la economía y suelen ser una reacción que busca una de dos soluciones.
La decisión de la Fed sobre las tasas de interés depende de cómo interprete el estado de la economía, especialmente el comportamiento de la inflación y del empleo.
Cuando considera que la economía está demasiado caliente, con precios subiendo rápido, exceso de demanda o riesgos de burbujas financieras, adopta una postura hawkish (halcón), que implica subir tasas o mantenerlas altas para enfriar la actividad económica y contener la inflación.
Por el contrario, cuando observa señales de desaceleración, desempleo al alza o tensiones financieras, la Fed suele inclinarse por una postura dovish (paloma), que favorece bajar la tasa para estimular el crédito, el consumo y la inversión.
Estas decisiones son siempre un equilibrio delicado, por lo que actuar demasiado tarde puede agravar una recesión, mientras que actuar demasiado pronto puede frenar innecesariamente el crecimiento económico.
Luego de un periodo largo con tasas en niveles altos, por encima de 5%, la Reserva Federal decidió emprender una nueva fase en septiembre de 2024, empezando a recortar el tipo de interés de manera cautelosa.
Y, a partir de 2025, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y sus decisiones arancelarias, la Fed entró en una fase acelerada de recortes a partir de septiembre del presente año. Luego de dos decisiones en meses consecutivos, la tasa de interés se ubica entre 3,75% y 4%, y se espera que la institución siga esta senda en los próximos meses.
A medida que se acerca el fin del ciclo de Jerome Powell, su actual presidente, crecen los rumores sobre el nuevo interés de la Fed por acercarse lo más posible al 0% de interés, como en el periodo de 2008 a 2015.
La nueva actitud nos hace plantearnos muchas preguntas, especialmente las relacionadas con nuestras inversiones y el estado de la economía en los siguientes años.
En la actualidad, y de seguir el mismo camino, podemos encontrarnos en un tiempo con bajas tasas de interés, lo que estimulará el crédito y el riesgo y acelerará el ritmo de la economía. Ante esta realidad cabe preguntarse en qué activos vale la pena invertir y en cuáles no.
En primer lugar, es importante acotar que esta política suele traer un dólar más débil, por lo que los inversores institucionales buscan alternativas en activos con más riesgo que los depósitos.
En un entorno con tasas más bajas, es habitual que los inversionistas busquen activos de mayor riesgo o mayor rendimiento, lo que empuja los precios de las acciones y comprime los rendimientos de los bonos.
Con el cambio de ciclo, es probable que aumente la actividad empresarial, se aceleren las fusiones y adquisiciones y se expanda el crédito corporativo, siempre y cuando la economía se mantenga estable.
Si bien no es recomendable desesperarse al tomar decisiones de inversión, es importante contar con un portafolio diversificado para todas las ocasiones.
Idealmente, se establece que es bueno mantener un porcentaje de nuestro dinero en acciones y otra parte en bonos, inspirado en la regla del 60/40 de Warren Buffett (60% en acciones, 40% en bonos). Sin embargo, en el nuevo escenario, es posible que inversiones más arriesgadas sean más eficientes, como sucedió en el periodo 2008-2015, con las tecnológicas moviendo los mercados.
En este sentido, suele haber tres ganadores en los mercados en esta situación. Por un lado, las empresas de crecimiento, usualmente tecnológicas, pueden endeudarse más fácil y aumentar su expansión. Por otro lado, el sector inmobiliario, especialmente los REITs, porque mejoran las condiciones hipotecarias y el acceso a créditos. Finalmente, el sector de consumo discrecional suele comportarse de manera positiva, ya que los hogares suelen disponer de más dinero para gastar.
En contraste, sectores más defensivos como salud, servicios públicos y consumo básico no suelen experimentar saltos importantes. Estos sectores se perciben como refugios durante períodos de tasas altas y desaceleración económica.
Los mercados son una realidad cambiante que depende de muchos factores, pero eso no significa que no podamos tomar decisiones de inversión para muchos escenarios. Mientras nos adentramos en una fase de tasas de interés más bajas, es necesario que revisemos nuestras posiciones y determinemos si son ideales para los nuevos retos que nos esperan. Eso no significa que debamos manejar nuestro portafolio de forma acelerada, pero nos invita a estudiar todas nuestras posiciones con atención.
La clave está en interpretar correctamente el entorno: un solo recorte no garantiza un camino lineal de recuperación, pero sí establece las bases para un ciclo con mayor dinamismo económico.
Sin embargo, es importante entender que el mercado valora la diversificación y puede que sea la única herramienta para asegurar inversiones estables en el mediano plazo. Por ello, es importante que consideremos todas las facetas del mercado, las que reaccionan a tasas bajas y las que reaccionan a tasas altas, y así reducimos los riesgos.